El bello pesimismo de Octavio Paz

Por Anama Narváez

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«Otoño: entre tus manos frías / el mundo llamea.” Imagen de Leonid Afremov (vía charlasentremates.wordpress.com)

Después de mucho saltar por aquí y por allá a través de “Libertad bajo palabra”, de no comprenderlo al principio y de releer ciertas partes varias veces, puedo decir que de lo único que estoy segura es de que me siento incapaz de analizar este libro, que encierra una vida entera, como lo merece. Es amplio, complejo y precioso, pero difícil.

Me he ido encontrando con poemas que se mostraban radicalmente diferentes de un día para otro; la idea que me parecía captar en la primera lectura evolucionaba, cambiaba y se contradecía al día siguiente. Tengo todo el libro lleno de post-its (como veis, me tomé la tarea en serio, y llego aun así un mes tarde para comentarlo). Cada poema que me llamaba la atención más que los demás, marcado. Sin embargo, los releo ahora y en muchos no consigo entender qué fue lo que me sorprendió. Y al revés: me encuentro con versos por los que había pasado sin pararme.

Pero aquí estoy. A pesar de la confusión general, tengo ciertas cosas más o menos claras.

Disfruté enormemente de la lectura de esta obra. Es siempre lo más importante, ¿no? “Otoño”, quizá uno de los poemas más sencillos de “Libertad bajo palabra”, me cautivó el primero.

“El viento despierta,
barre los pensamientos de mi frente
y me suspende
en la luz que sonríe para nadie:
¡cuánta belleza suelta!
Otoño: entre tus manos frías
el mundo llamea.”

Es corto y bonito, y encierra uno de los temas importantes que encontré en Octavio Paz: el amor a la belleza, sólo porque sí, por existir. Amor a la naturaleza y a las mujeres, simple y llano. Como la estrofa final de “Primavera a la vista”:

“El día abre los ojos y penetra
en una primavera anticipada.
Todo lo que mis manos tocan, vuela.
Está lleno de pájaros el mundo.”

O la de “Primavera y muchacha”:

“Brilla el mundo
Tú resplandeces al filo del agua y de la luz
Eres la hermosa máscara del día”

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«Desafortunadamente, son pocos los versos que se dedican a este amor. […] convive con la contemplación de lo bello la sensación constante de malestar, o eso me ha parecido. Como si el escritor no consiguiera encontrar su lugar ni en el mundo ni en sí mismo.» Imagen de Leonid Afremov (vía fragmentsdevida.wordpress.com)
Desafortunadamente (para mí), son pocos los versos que se dedican a este amor. Creo que prevalece en la obra una visión pesimista (o realista, depende de cómo lo queramos ver) del mundo; convive con la contemplación de lo bello la sensación constante de malestar, o eso me ha parecido. Como si el escritor no consiguiera encontrar su lugar ni en el mundo ni en sí mismo.

“¿qué soy, sino la sima en que me abismo,
y qué, si no el no ser, lo que me puebla?”
(“La caída”)

En distintos poemas, Octavio Paz pasa una y otra vez de negar a Dios (o a la vida más allá de la muerte, al sentido de nuestra existencia),

“Tendidos bajo tierra
una muchacha y un muchacho.
No dicen nada, no se besan,
cambian silencio por silencio.”
(“Los novios”)

“Oh mundo, todo es noche
y la vida es relámpago.” (“Vida entrevista”)

a encontrarlo (o al menos cuestionarlo).

“Déjame, sí, déjame, dios o ángel, demonio.
Déjame a solas, turba angélica,
solo conmigo, con mi multitud.”
(“Pregunta”)

“Y el cielo que bosteza,
y el infierno mordiéndose la cola
y la resurrección
y el día de la vida perdurable,
el día sin crepúsculo, el paraíso visceral del feto.

Creía en todo esto.
Hoy duermo en la orilla del llanto.
También el llanto sirve de almohada.” (“Ni el cielo ni la tierra”)

Cuestiona a Dios y cuestiona al hombre. Critica en varias ocasiones diferentes aspectos de la sociedad, quizás uno de los ejemplos más claros es el poema “Entre la piedra y la flor”. Se autocritica también, incluso parece en ciertos versos que se burla de sí mismo y de sus dudas. En “La caída”, en “El sediento” o en “Pregunta” salen a relucir la desesperación y la impotencia de las que hablo.

Se puede decir muchísimo más de “Libertad bajo palabra”, claro. Pero necesitaría días para cada poema, meses para todo el libro, para poder comentarlo como me gustaría. Así que concluyo simplemente expresando el mismo asombro que me invade siempre leyendo a buenos poetas: asombro por todo lo que transmiten y asombro envidioso por su capacidad de bajar a palabras todos los grandes sentimientos/pensamientos de la humanidad.

2 Comentarios Agrega el tuyo

  1. josesscc dice:

    Buen trabajo Anama. Esa experiencia de «pelearse» con el libro la he tenido yo también con otros libros, en su mayor parte con la poesía. Pero eso hace que te encariñes con ellos y se quedan ya contigo, herido y todo como te dejan.

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    1. Anama dice:

      Siempre =) «Si sales ileso de un libro, es que nunca has entrado»

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